- Anna... - No sabía que decir. Me había quedado sin palabras-. Tienes que hacerlo. A veces las personas no te creen cuando cuentas la verdad, y este sería el caso. Algunas veces es mejor mentir.
- Es muy guapo -dijo sin poder evitar sonrojarse. - Sí, bueno, pero no todos los chicos guapos son de fiar. Ten cuidado - bromeé, y ambas nos reímos.
¿Para qué arriesgarse tanto? Entonces, el rostro de mi madre me vino a la mente. Tenía que aceptarlo. Por más que me doliera debía hacerlo. A veces teníamos que asumir que personas que considerábamos buenas hacían cosas malas.
Eran idénticas, no solo fisícamente. Tenían el mismo don para engañar a las personas haciéndose pasar por víctimas con su dulcura y amabilidad. Pero, por dentro, eran demonios. No solo había demonios en el infierno, también en la Tierra. Su único objetivo era hacer sufrir y engañar a las personas que supuestamente amaban.
- A veces es mejor perdonas y olvidar, si no, el dolor te hace más daño y puedes acabar como la persona que te ha hecho sufrir. Tienes que demostrarle que eres diferente, Hannah. Tú tienes corazón y estoy totalmente seguro de que saber perdonar.
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