13 de agosto de 2007

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Burlando a la muerte

Estoy en un momento de mi vida en el que me creo indestructible, o en todo caso como los de destino final y sé burlar a la muerte en el último segundo. He de decir que este don de inmortalidad viene gracias a mis padres que por sus certeros consejos consigo salir airosa de todas mis aventuras, como don Quijote.


Uno de mis primeros acercamientos con la muerte fue en una revisión rutinaria de caldera. El hombrecillo, que ahora me le imagino con una mini guadañana por ser enviado de las bajas esferas, dijo que nuestra caldera quemaba mal porque mis animales soltaban pelo y eso hacía que se obstruyera el filtro. Mi gran ángel de la guarda, mi madre, se puso rápidamente en contacto conmigo para comunicarme que por culpa de mis bichos podríamos un día salir por los aires todos, y terminó matizando que si los pelos obstruían el filtro podrían meterse hasta los pulmones si los tenía en la habitación. Una idea muy lógica que me hizo imaginarme mis pulmones peludos. ¡Y yo pensando que al ser grandes se quedarían en la nariz que para eso tiene unos pelos que filtran el aire! Menos mal que me libraron de una muerte peluda segura. Sacar a los bichos de mi habitación hacía que no muriera yo pero sí toda mi familia. Maldita muerte, no me llevarás contigo.

Al día siguiente vino el técnico especialista de la caldera (el oficial, vamos) y dijo que el filtro necesitaba limpiarse más a menudo (como cada dos años en lugar de nunca) y además los animales eran un seguro de vida porque si hubiera algún escape serían los primeros en morir y nos podríamos dar cuenta antes de que nos pasara algo a nosotros. Pero... ¿quién me limpia a mi los pulmones de pelos? Ya estoy viendo las noticias con una catástrofe mundial a causa del pulmón peludo, y los primeros en caer serían los veterinarios y la gente que trabaja en un laboratorio experimentando con animales. Espero que inventen cura y nos cambien el filtro.

En casa no se ha vuelto a hablar del tema de los bichos desde que el hombre de la guadaña los declaró enemigos públicos, nunca me han dicho que nos podrían salvar la vida porque he tenido que enterarme a escondidas de la conclusión del técnico auténtico. Así que en mi mente debe quedarse la idea de que son malos y hay que afeitarles si no quiero morir "respirándoles".


Mi siguiente encuentro con la muerte fue este verano. A mi padre se le ocurrió comprar un aire acondicionado, de esos que se ponen dentro de casa y hay que poner un tubo para que expulse el aire caliente a la calle. Mala idea... muy mala idea.

Una tarde me encontraba tranquilamente hablando y viendo la tele en el salón con un par de amigos, cuando de repente... oigo a mi madre casi desesperada llamándome. Me levanto preocupada a ver que era eso tan malo que había pasado y la veo al lado del aire con cara de pocos amigos. No recuerdo sus palabras exactas pero fue algo así con un tono de desesperación "ten cuidado al poner el aire porque me he encontrado el tubo dentro de la terraza y nos puede matar a todos". Tuve que analizar esas palabras durante un rato mientras mi cabeza asentía sola, ya por costumbre. No me lo podía creer, de nuevo la muerte quería acabar conmigo, las frigorías malas que salían del tubo lo habían movido para entrar de nuevo en la casa y así matarnos a todos... matarnos a todos haciéndonos pasar calor (o vete a saber porque no me dio más explicaciones). ¡Malditas frigorías malas, no dejaré que acabéis conmigo!



Y la última vez que me he librado de la muerte fue ayer... bueno la penúltima.


La muerte ha debido manejar mis manos para que se me ocurra quitarle la tapa al ordenador y dejar al descubierto las tripas de éste, y rizando aun más como me maneja puso cerca del ordenador la papelera. De todo esto me enteré anoche cuando llegué a casa, después de disfrutar de dar una vuelta y no estar encerrada en algún sitio. Pues mi otro ángel de la guarda, mi padre, me vino a decir que me había apagado el ordenador porque casi nos morimos todos quemados. Según su versión, al estar el ordenador encendido y la papelera que es de plástico cerca lo que podía haber ocurrido es que con el calor el plástico se calentara y empezara a arder, lo que nos llevaría a todos a quemarnos sin saber cómo habría podido ocurrir. Porque está claro que el plástico al tener cerca una fuente de a lo mejor 50º (que no creo que llegue a tanto mi ordena porque para algo me compré un buen disipador) puede salir ardiendo en cualquier momento.

Creo que esta noche no he podido dormir pensando en que la muerte me ha hecho crearme casi mi propia tumba.


Y para rematar la jugada esta mañana mi madre ha hecho limpieza en mi habitación. Según ella tenía en una estantería, la más lejana del más alto mueble, un nido de arañas. Que si no llega a quitarme seguro que alguna noche sufro la marabunta.


Creo que ya veis un poco como es mi vida, la muerte me espera detrás de cualquier cosa que haga, y sino, ya tengo a mis padres preparados para hacerme ver que con cualquier cosa puedo morir.